Detrás de los muros


Esta no fue una noche como las demás en las que solía sentarme en la entrada de mi casa cuando la luna brillaba más intensamente y se podían sentir los sonidos del bosque entrar sin permiso en mi mente hasta estremecer mi alma. Esta noche fue distinta a todas ellas, y lo pude sentir desde el mismo momento en que cerré la puerta y me senté en la mecedora junto a una mesa desgastada por el tiempo esperando a que coloque sobre ella la botella de whisky que tanto deseo.

Esa noche cuando cerré aquella puerta sentí que mi cuerpo se erizaba por la estela de miedo que despedía el bosque. Algo no andaba bien, yo lo sabía, los animales lo sabían, el bosque entero lo sabía. Una espesa bruma se deslizaba y retorcía por el suelo desde las lejanías del bosque hasta las escaleras de madera de mi vieja casa.
De repente mientras estaba viendo esa extraña cosa acercarse, debo confesar que no podía moverme, no porque tuviera miedo, sino porque sabía de alguna manera que venía por mí y yo la esperaba, muy dentro de mí sentía que era algo inevitable, como aquellas cosas que pasan porque deben pasar, como la muerte y la vida. Para mi sorpresa la espesa niebla comenzó a filtrarse por debajo de la puerta de entrada hacia el interior de la casa y luego desapareció completamente.

Otra noche de delirio por embriagarme pensé y termine mi trago, mientras miraba la luna antes de irme a dormir, después de todo, que mas podía hacer.
Cuando decidí entrar fui a mi habitación, me desvestí como pude y me prepare para dormir. Mis ojos se entrecerraban cuando sentí unos chirridos en las paredes. Seguramente eran las tuberías que funcionan mal pensé. Volví a cerrar los ojos nuevamente, pero esta vez escuche unos rasguños que venían de detrás de los muros, rasguños que no paraban y que eran al azar, a veces se sentían intensos tanto que se clavaban en mi corazón, otros apenas se sentían como si quisieran escabullirse de mis oídos.

¿Que había allí?, ¿acaso era esa niebla? Ahora estaba dentro de mi casa y sabía que no se marcharía, así que decidí comenzar a buscar ese sonido y averiguar qué estaba pasando. Tome un martillo de la caja de herramientas y fui escuchando el sonido. A veces venia de la cocina, otras veces del pasillo, a veces lo sentía en mi cerebro, rasguñando mis pensamientos sin cesar. ¿Era acaso todo esto un mal sueño que comenzó cuando cerré mis ojos? ¿Seguiré durmiendo tranquilamente en mi cama y nada de esto está sucediendo? Eso es lo que me decía a mi mismo para engañarme, ya que conocía la respuesta, esa respuesta que me empujaba a seguir buscando.

En un momento los rasguños comienzan a intensificarse en el pasillo detrás de una fotografía que tengo de cuando era niño y mi padre solía llevarme a mí y a mi hermano a cazar al bosque pequeñas liebres, él siempre nos decía que cazar nos haría fuertes, pero yo no era como él, a mi no me gustaba, así que solía alejarme en el bosque cuando salíamos. Desaparecía por un buen rato y le decía que no encontraba nada, otras veces le decía que me había perdido por buscar una presa. Allí estaba ahora frente a esa vieja y desgastada fotografía de mi padre, mi hermano y yo sosteniendo una liebre muerta y los rasguños asechándome cada vez más y más, hasta que deciden parar, justo cuando mi martillo da contra la pared y rompe el cuadro atravesando la madera.

Cuando me acerco y trato de mirar por el agujero veo algo moverse y escucho un sonido, pero no era una voz, no estaba diciendo nada, rechinaba los dientes como si estuviera mordiendo algo, me acerco aun más y cuando estoy tan cerca de la pared que siento el frio de las tablas, veo una pupila dilatarse frente a mí detrás de la pared mirándome y rechinado los dientes. Cuando quiero salir huyendo de allí tropiezo con la mesa que estaba al lado mío y caigo al suelo. Eso fue lo último que recuerdo hasta que desperté sintiendo algo tibio que corría por mi cabeza, era mi sangre debido al golpe, además estaba mojado completamente, la gotera del techo que da a la bañera me había empapado y estaba frio.
Me levante como pude y confundido trate de salir de la casa, pero no podía, estaba atrapado allí con eso que estaba detrás de las paredes. Mi corazón palpitaba cada vez mas fuerte mientras buscaba la manera de salir. Luego me detuve y pensé, ¿Por qué estoy aquí con miedo? ¿Porque no recordaba cosas? ¿Porque solo tengo estos recuerdos de niño y lo que recuerdo de mis noches sentado embriagándome?

De pronto ya no sentía miedo, sentía ira, así que tome el martillo nuevamente y comencé a romper la pared, golpe a golpe se rompían también mis recuerdos, los pocos que podía conservar. Fue tan grande la abertura que podía pasar tranquilamente parado. Lo más extraño paso al entrar allí, a la oscuridad. Un pasillo largo y húmedo se abría paso detrás de mi pared, pero no podía ver a la extraña cosa que se me había aparecido. Comencé a recorrer el pasillo a oscuras, hasta que pude ver una luz a lo lejos, una luz que titilaba y se apagaba, así que me di prisa para llegar ahí antes de que desapareciera.

Cuando llegue vi una puerta, una extraña puerta de acero con barrotes en una ventana como el de las prisiones, allí los rasguños se hicieron más intensos que nunca, sabía que esa cosa estaba ahí esperándome. Cuando mire por la pequeña ventana, lo recordé todo. Del otro lado de la puerta había un espeso bosque y allí estaba yo, en aquel bosque pero con mis hijos, yo era aquel padre y lo había olvidado. Olvide ese día cuando uno de mis hijos solía escaparse para no cazar, yo lo sabia pero dejaba que se fuera y fingía creerle cuando me decía que no encontraba una presa o se perdía. Hasta que ese día fue demasiado lejos y no pudimos encontrarlo.
Estuve cuatro días en el bosque buscando junto a la policía, rastreando y jamás lo pude hallar. Unos días después lo encontraron. La policía me dijo que se había resbalado en una pendiente y había caído hacia el rio golpeándose la cabeza. Cuando lo encontraron estaba agarrado a un pequeño tronco del que se aferro arañándolo con todas sus fuerzas, a pesar del frio del agua. Así que eso fue todo. Aquí estoy recordando lo que me dije a mi mismo que olvidaría.

¿Estoy vivo? ¿Morí también? ¿Enloquecí? Que importa, si al abrir la puerta de acero solo veo una espesa bruma que recubre la habitación y todo desaparece solo para abrir mis ojos como todas las noches sentado en la mecedora con un vaso en mi mano, mirando el bosque donde veo venir una espesa bruma, pero no viene por mí, claro que no, viene por algo mas, siempre viene por algo más.


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Detrás de los muros por Jesús Nicolase distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.

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