Historia de detective



Todos estamos destinados a morir en algún momento, sin embargo necesitamos saber que cuando ese día llegue sea por una buena razón, aunque la vida a veces puede ser una gran ironía vestida de verdad.
Es una lástima que no pudiera darte ese último beso Christine. En vez de eso lo único que siento es el sabor del tabaco en mi boca mezclado con sangre, y el  humo denso que penetra mis pulmones. El último cigarrillo que probare huele diferente, o tal vez es la primera vez que pongo atención a algo tan común de mi vida. El disparo que recibí debió perforar algún órgano y de seguro en unos minutos moriré, así sin más.  En estos momentos pareciera que el tren en el que me encuentro va cada vez más despacio como si nos estuviéramos deteniendo a cada segundo, o es mi tiempo el que se hace cada vez más lento porque llega a su fin.

El día anterior.

Ya estoy demasiado viejo como para seguir siendo un investigador privado. Hace tanto que no siento el deseo que me motivaba años atrás. Solo casos de engaños, de maridos y esposas celosas. Solo sacar algunas fotos, vigilar alguna entrada de un motel, perseguir un taxi que lleva al sospechoso. Nada emocionante. Sé que la mayoría de las veces es dinero fácil, no debería quejarme, pero no todo en la vida es dinero, pero lo peor, es que siento que voy a morir una noche de estas.
Lo único que evita que termine con todo es una pequeña botella de whisky y unos cigarrillos que arme hace dos días atrás.
Cuando intento abrir el cajón que siempre se traba por la madera desgastada, escucho un sonido detrás de la puerta y una figura femenina que toca desesperada.
-La oficina cerró hace media hora señora, le digo con una voz ya ronca del cansancio. Vuelva mañana temprano y la atenderé.
-Por favor detective Tran, es una situación de vida o muerte. Mi nombre es Constantine Price, necesito hablar con usted sobre una desaparición.

Mi intuición me decía que lo que decía esa señora era verdad, aunque parte de mi sentía que este caso me traería problemas serios si decidía tomarlo. Cuando me levanto para abrir la puerta, giro el cerrojo y allí estaba ella. Vestido negro hasta las rodillas con un collar de perlas que hacia lucir aun mas su escote y su cuello, piel suave y pálida, cabello castaño y ojos marrones. Sus labios pintados de rojo y un maletín en su mano derecha.
-Detective Tran, es urgente, escuche lo que tengo que decir. Mi marido, Ray, hace dos días desapareció de camino a su trabajo. La policía no hace más que hacer preguntas a mi familia pero no hace nada para encontrarlo. ¡Por favor tiene que ayudarme! Creo que además me han estado vigilando.
En este maletín tengo una serie de documentos que comprometen al socio de mi marido, necesito que los tenga y lo investigue, se que él lo llevara a mi marido. Mientras decía eso, ella abría su maletín y dejaba caer unos papeles.
Cuando me inclino para ayudar a recogerlos, veo un sello en uno de los documentos. El águila negra de los Liberadores. Una organización secreta relacionada con todo lo ilegal en la ciudad, drogas, asesinatos, extorciones. Su poder escalaba hasta las más altas esferas del gobierno. Dios sabe que tengo una cuenta pendiente con esos malditos. No podía dejar pasar esta oportunidad para comenzar una nueva búsqueda, ahora que tenía de nuevo una pista clara y al alcance de mi mano.

-Señora Price, me quedare con todos los documentos, los leeré esta noche y mañana por la mañana la llamare si encuentro algo de importancia en ellos. Por el momento la acompañare hasta su auto para estar seguro de que nadie la siguió. Decidí llevar mi Colt conmigo y bajar con ella por las escaleras hasta llegar a la puerta principal del edificio.
-Gracias por todo detective Tran, confío en que podrá hacer algo.
Cuando llegamos a la calle, mire a los ojos a esa mujer y vi como subía a su auto. Me quede allí para ver que arrancara y nadie la siguiera. Aunque para mi desgracia, al encender el motor el auto exploto inmediatamente y una llamarada de fuego se abalanzó hacia mí, mis oídos tenían un zumbido insoportable y mi visión estaba nublada. Me levante como pude aunque estaba un poco confundido, mientras la gente que pasaba por allí se detenía a ver lo que había pasado como si esto fuera un maldito show de televisión.
Apenas logre incorporarme, veo cruzando la calle un hombre alto y delgado, vestido de negro y con un brazalete dorado en su puño derecho, solo pude ver sus ojos y esa sonrisa psicópata. Era un Liberador. Malditos desgraciados, así que eran ellos después de todo.
Una descarga de adrenalina me invadió el cuerpo y decido salir como un relámpago endemoniado en busca de la cabeza de ese sujeto, nadie iba a detenerme esta vez. El maldito comienza a correr por los callejones de la calle Holland mientras el cielo decide que es mejor una lluvia torrencial a las dos de la mañana. Sin importar nada sigo persiguiéndolo hasta que  lo veo bajar por las escaleras del tren central. A esta hora no hay demasiadas personas en la estación, así que me será fácil localizarlo.

Cuando llego a la estación, el sujeto estaba allí a punto de subir al tren, parado frente a la puerta, como si quisiera que lo atrapara. Empiezo a correr para llegar, pero para mi mala suerte logra subirse antes de que lo alcance, aunque la última puerta del tren está por cerrarse y logro entrar. Ahora estamos solo él y yo separados por dos vagones de distancia.
Preparo mi arma dispuesto a una despiadada balacera, aunque lo más inesperado pasó. De repente sentí un calor invadir mi cuerpo y un sonido que me recordó lo ingenuo que fui. Un disparo desde atrás me hace caer de rodillas mientras la sombra de mi verdugo aparece detrás de mi espalda y me toca el hombro. Con la visión comenzando a nublarse veo que desde el frente venia el sujeto que estaba persiguiendo. Así que eran dos después de todo, como pude caer en una trampa tan simple.
Cuando giro mi cabeza para saber quién es mi asesino, la veo a ella. La señora Price, debí haberlo sabido y claramente usted es...

-Así es detective, soy Ray Price y no sabe el placer que me da tenerlo aquí frente a mí, arrodillado y humillado. Fue tan fácil engañarlo con esa explosión mientras Constantine se escapaba del auto y bajaba hacia la alcantarilla. Este es su fin Detective, jamás podrá con nosotros, fallo aquella vez y su familia pago el precio, y esta noche el destino no estuvo de nuevo a su favor. Vámonos cariño, hoy los Liberadores vencimos nuevamente.

Esta es mi historia, una de detective que como muchas no tuvo un final feliz, mi familia me espera donde quiera que estén, allá voy a ustedes en este tren que nos llevara a los tres a un mejor lugar.


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Historia de detective por Jesús Nicola se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.

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