Prologo - El navegante




Me encuentro confundido y agotado en este frío rincón donde me tienen atrapado día tras día, encerrado en una prisión cuyos candados no pueden verse, donde soy prisionero de mi propia mente.

El Doctor Fleming jamás me dijo el alcance de las consecuencias que mis actos traerían y lo que tomaría de mi vida. Aquí, en este lugar, todos me llaman Mimesis, porque puedo imitar cualquier estado mental del ser humano. No sé porque algunos piensan que es un don lo que poseo, yo en cambio creo que es una maldición.
A decir verdad siempre tuve esta habilidad de imitación como lo llama Fleming, pero jamás pude desarrollarla completamente. Ahora que lo pienso cuando era solo un niño utilizaba esta capacidad para poder entender a todos, pero me sentía cada vez más solo, así que un día cuando tenía quince años, simplemente decidí escapar de casa.

Durante dos años vague por las calles solo, sintiéndome un fenómeno, durmiendo en las calles; hasta que un anciano al que intente robarle en una ocasión decidió ayudarme, y brindarme su casa para poder dormir. Con el pasar del tiempo fuimos estableciendo una amistad, yo lo quería como a un padre y sentía que él me reconocía como a un hijo, tanto así que decidió adoptarme luego de escuchar mi historia. El jamás me juzgo, ni tuvo temor por lo que era, sin embargo no fui capaz de salvarlo de su muerte, aun con mis poderes, no fui capaz.

Ahora después de todo lo ha pasado, me encuentro aquí donde fui traído hace tres años, una instalación secreta del gobierno que se encuentra bajo tierra, y de la que solo un grupo de científicos y militares tiene conocimiento de ella. Estoy en este lugar porque soy parte del proyecto Génesis, un experimento que en un principio creí que tenía el objetivo de estudiar la conducta humana.
Me reclutaron después de la muerte de mi padre, cuando había perdido el rumbo de nuevo y todo parecía no tener sentido. Es evidente que estuve siendo monitoreado por ellos desde lo ocurrido en aquella tienda donde perdí el control por un momento. Cuando llegué a las instalaciones no me dieron demasiada información, solo apareció el doctor Fleming con su bata blanca y un cuaderno en su mano. Me dijo que estaba allí porque poseía una habilidad extraordinaria que había estado buscando durante mucho tiempo, que juntos íbamos a cambiar el mundo.

Desde el comienzo de mi entrenamiento y de los experimentos, mi resistencia física y mental fue llevada al máximo, y cuanto más era empujado día tras día a mis límites, mas me daba cuenta de que había una conexión entre todos los estados mentales, un origen en común del cual provenían.
Un día mientras estaba rodeado de médicos y científicos, y permanecía inmóvil en una camilla lleno de cables en todo mi cuerpo que monitoreaban hasta la mínima señal de mi cerebro, en ese momento sucedió, Génesis se presento. El estado mental más elemental, la matriz mental humana en su estado más puro y primitivo. Pero cuanto más me hundía en su esencia, mas perdía el sentido de quien era.
Cuando me hacia portador de Génesis podía ser quien quisiera ser, pero la pegunta que comencé a hacerme fue ¿Quién era entonces? y ¿Quién soy ahora? Génesis me proveía de capacidades inimaginables en un ser humano, podía modificar la realidad del mundo con solo desearlo.

El resto de lo que paso es pasado, todo me era posible, sin embargo al ver el enorme poder que se iba generando en mí, el gobierno tuvo miedo de no poder controlarme y construyeron una prisión para mi mente.
Tuvieron temor de aquello que ellos mismos crearon, me quitaron mi libertad y usaron mi poder para sus propios beneficios. Jamás pensé que el cambio que iba a producir en el mundo fuera de esta manera, esto nunca tuvo que pasar.

Ya espere demasiado la libertad que me fue negada y he visto lo que va a ocurrir, solo necesito un día para poder escapar de esta prisión. Ellos ya no pueden contenerme más en estos muros, y cuando sea libre les demostrare mi verdadero poder. Los escucho, allí vienen de nuevo y esta vez lograre escapar, nada podrá impedírmelo.

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