La ultima catedral
Acto I
¡Despierta Mefistófeles! Escucho
decir una voz en mi interior que me grita rugiendo desde los confines más
oscuros de mi alma. Mientras mis ojos entre abiertos claman por un haz de luz
que ilumine mi conciencia. Despierto en el piso de la iglesia de San tomas, mi
cuerpo adormecido busca pistas de alguna herida pero solo puedo ver sangre
escurriendo por el pasillo central del salón. Cuando logro levantarme puedo ver
unas figuras inmóviles, eran personas, estaban allí petrificadas, frías como el
hielo, arrodilladas en sus asientos, mostrando una expresión en sus rostros, parecía
ser arrepentimiento. Estaban mirando hacia el cielo, sus manos entrelazadas
como si estuvieran orando y una lágrima caía por sus mejillas. Estaban suplicando
ser perdonados. Yo estaba allí mirándolos mientras el viento soplaba cada vez
mas fuerte golpeando la maciza puerta de madera de la entrada principal.
Dios los había castigado. Si, Dios
era real, todo lo era, el cielo, el infierno, ángeles y demonios. La eterna
lucha entre el bien y el mal. Y la humanidad en medio, siendo piezas de ajedrez
sacrificadas en cada movimiento. Sabíamos que con cada jugada nos acercábamos más
a nuestro final, el final de todo y de todos. El objetivo nunca fue matarnos,
solo queríamos sobrevivir, todos nosotros, pero para eso debíamos llegar a la última
catedral.
Mientras pienso que debo hacer, mas
importante aun es como termine en esta iglesia, envuelto en lo que pareció ser
una emboscada por parte de los ángeles comandados por Samathiel. Cuando logro
llegar a la puerta de la iglesia, me dirijo a la calle Howland. Allí entre
vagabundos que se encuentran calentando sus manos en fogatas improvisadas,
enciendo un cigarrillo y me desempolvo mi abrigo para emprender camino hacia Saint,
un bar cercano donde necesito ver a alguien.
El cielo se había vuelto en contra de
todos, sin embargo los demonios seguíamos siendo los culpables. Perdí a miles
de mis compañeros y amigos cuando los ángeles invadieron el Infierno y perdí a
muchos más aquí en la tierra durante la caída de la sexta catedral. Solo me
queda Ramazel un viejo demonio exiliado desde el comienzo mismo de la
humanidad. El era el dueño del bar y uno de los mejores guerreros que ambos
bandos han visto.
La noche comienza a volverse más
extraña cuando de repente una tormenta se avecina. Los relámpagos se acercan y
varios parecen caer cerca de mi destino. La brisa se congela y mis instintos me
dicen que esto aun no ha acabado. Ellos saben que voy hacia el bar. Quieren
detenerme y matar a Ramazel, seguramente deben llevar consigo las espinas de la
corona, espero poder llegar antes que ellos. Espérame viejo amigo voy en
camino.
Acto II
Al llegar a Saint bar veo unas marcas
en la tierra resplandeciendo, sin duda eran los ángeles que habían llegado
antes que yo. Podía olerlos, su deseo de destruir, su sed de sangre que no
tiene fin. Los cables de tensión alrededor lanzaban chispas por todos lados y
el cartel de entrada estaba a punto de apagarse, cuando veo a Ramazel asomarse
por la entrada principal mirándome con un rostro de espanto como nunca había
visto. Se desplomo frente a mi. Había muerto sin que pudiera hacer nada. Su
cuerpo en un segundo se convirtió en llamas y cenizas que se fueron
desperdigadas por el viento. Dentro del bar se escuchaban los gritos y suplicas.
Logro escabullirme dentro del bar solo para ver a un arcángel divertirse con su
poder. Era Miguel. ¿Que hacia el ser mas poderoso creado en un lugar así?.
Esperaba ver a Samathiel y su
ejercito, pero no al monstruo mas despiadado que el universo hubiera conocido.
Su leyenda de crueldad es conocida tanto en el cielo como en el infierno. Fue
capaz de derrotar a Lucifer traicionándolo. El fue quien en realidad quería
usurpar el trono en el cielo y establecer una rebelión contra Dios. Lucifer
supo de su plan e intento detenerlo. Lo demás es historia conocida hasta por
los hombres mortales. Lucifer fue quien fue desterrado e inculpado. Dios lo
condeno a un sufrimiento eterno. Lo que nadie sabe es que Lucifer escapo del infierno
y nadie sabe donde esta. Algunos dicen que esta planeando destruir a Dios por
no creer en su palabra y que aguarda el momento oportuno para llevar a cabo su
venganza.
Mientras veia como Miguel sostenía a un
demonio por el cuello, escucho que le preguntaba sobre la ubicación de la
ultima catedral. Sin embargo no tuvo ninguna respuesta, el pobre cuerpo del
demonio estaba demasiado deshecho para poder pronunciar alguna palabra. Además
el único que podía saber esa respuesta era Ramazel y Miguel lo había destruido.
Después de eso solo vi un gran rayo ascender hacia los cielos y Miguel desapareció.
Lo único que esperaba es que Ramazel
no llevara consigo la ubicación escondida al quemarse. Su bolígrafo que usaba
para firmar los contratos de almas que recaudaba para el infierno. Allí estaba
su secreto bien guardado. Corriendo fui a su oficina esperando que estuviera, y
ahí estaba la pluma dorada tirada en el suelo salpicada de sangre. La tomo con
cuidado y saco un pequeño papel de adentro. Estaba escrito en lenguaje Enoquiano,
el idioma de los ángeles. Así que ellos eran los guardianes de la ultima
catedral. Pero ¿Cómo podrían haber olvidado su ubicación? ¿Qué estaba
ocurriendo?
Prologo: La ultima catedral por Jesús Nicola se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.
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