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Mostrando las entradas de enero, 2019

Cazador

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La noche está completamente helada y puedo sentir mi aliento congelándose en el aire. Las estrellas brillan como pequeños destellos de olvidados pasados que vuelven cada noche para recordarme que soy un cazador. La nieve en la tierra es tan profunda que me hundo con cada pisada, duele con cada paso que doy, como agujas incrustándose en mi alma y mezclándose con el fuego de su frío. La luna allí arriba me llama, me seduce como lo hizo con mis antepasados, como si fantaseara con acercarse cada vez más a mí. El bosque a mis espaldas, inmutable, eterno, susurrando voces de centenares de presas que fueron abatidas en aquellas noches de antaño. El aroma del ambiente me embriaga cuando es traído por la briza nocturna en las partículas en el aire que puedo olfatear. Es dulce tanto que puedo saborearlo entre mis afilados dientes. Mis hermanos y hermanas están cerca, puedo sentirlos, todos listos para entrar en escena. Esta noche es especial, es una noche de caza.  Una vez al año

Saint Bar

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Si hubiera sabido que esto pasaría, jamás habría venido aquí, nunca pensé que simples decisiones convirtieran mi vida en lo que está a punto de pasar. Sigo corriendo por la calle en esta noche de lluvia, con mi traje de oficina mientras un auto me persigue. Siento como mi cuerpo empieza a pesar, como el sudor caliente cae sobre mi rostro, y los latidos como truenos en mis oídos me ensordecen, haciendo que mi corazón esté a punto de explotar. Jamás creí lo que dicen sobre que la vida pasa en frente de tus ojos cuando estas a punto de morir, y sigo creyéndolo, tal vez porque no estoy por morir o simplemente porque esto que estoy sintiendo es todo lo que hay, viento en mi rostro, aromas que se agudizan, sonidos que se van perdiendo, se vuelven lejanos, y la visión que comienza a nublarse. No veo mi vida pasar, pero veo la noche, esta noche estrellada, y la calle por la que estoy corriendo, infinita e interminable. Todo transcurre en cámara lenta, como si el tiempo se hubiese olvid

Abuelo

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Todo comenzó una tarde de otoño cuando escuche a mi madre decir que mi abuelo estaba muy  enfermo, los médicos le habían diagnosticado una enfermedad poco usual y dijeron que solo  viviría unos pocos meses. Como el menor de sus nietos, no fue una noticia que me afectara  demasiado, solo lo había visto dos veces de niño y no tenía una razón de afecto que me uniera a  él, no porque no fuera una persona amable según lo poco que recordaba, sino porque no lo  conocía, no como lo conozco ahora. Todavía recuerdo aquella mañana que mi madre me pidió  que lo visitara en el hospital y que tratara de hablar con él, algo que yo no deseaba, aunque le  prometí que lo haría solo para conformarla. Claro que esa promesa la cumplí una semana  después. Ese día fue un Martes cerca del mediodía, yo había ido en ese horario porque sabía que  faltaba poco para que terminara el horario de visitas, así podría decirle a mi madre que lo había  visitado y no tendría que estar demasiado tiempo en ese lugar.

La caja

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¿Han oído hablar de aquella persona que viene por las almas  de todos cuando están por dejar este mundo? Tiene muchos nombres , aunque eso ahora no importa.  Soy Joan  Deadly y esta es mi historia, aunque nadie me crea. Una tarde de Julio ella vino a visitarme a mi casa, cuando estaba sentada tomando una  taza de café, esperando a Richard que volviera de trabajar.  Tocó  a mi puerta exactamente a las seis en punto. U na mujer vestida de blanco, de pelo dorado radiante,  con una caja de madera en su mano izquierda que sostenía con mucho  cuidado. -¿Puedo pasar? Me pregunto. -¿Quién eres? Pregunte extrañada. -¿Acaso no me reconoces Joan? Soy la muerte me dijo y sonrío. Yo reí pensando que era una broma de Richard, el siempre solía  hacer ese tipo de cosas en la universidad. -Ya Richard no es gracioso, ¿quién es tu amiga? Le dije riendo. -Joan si no me dejas pasar cosas malas pueden pasar, me dijo la extraña  mujer mientras me seguía mirando fijamente. Cuando la oí 

Reflexiones

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Vivimos en un mundo complejo y confuso, donde p ensamos que pensar nos diferencia, que nos da el poder de crear un mundo tan real como la realidad, inmersos en las cosas que nos parecen, en un frágil quizás, en un tenue tal vez, donde las respuestas a las preguntas que nadie hizo son olvidadas por los silencios de nuestros propios recuerdos, seguimos soñando ilusiones, respiramos la esperanza de un momento esperado y aceptamos lo que vemos porque creemos que no hay nada más. Confiamos que todo será como deba ser, porque así está escrito, porque las vanidades de un mundo en decadencia nublan la visión de un hombre que solo vive en los limites que solo se ha impuesto. Las palabras que nadie escucha son silenciadas por las luces y los sonidos de la trivialidad y creemos que es así porque debe ser.  Queremos lo que deseamos pensando que el deseo nos pertenecerá, cuando jamás fue nuestro, y creemos que teniendo el control de todo, somos dueños de nosotros mismos queriendo escapar en

La colmena

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El horizonte parecía cada vez más lejano mientras corríamos con Steven hacia la zona fantasma. Podía sentir como nuestros cuerpos estaban llegando al límite, y como mi mente comenzaba a perderse en la colmena. Así llamaron sus creadores a la primera matriz unificadora del pensamiento humano. Recuerdo que los periódicos, las noticias de la televisión y los blogs de internet estaban repletos de información sobre aquel descubrimiento que cambiaria a la humanidad para siempre. Una forma de captar las ondas cerebrales de cada individuo y proyectarlas a un hiperespacio digital donde otro usuario autorizado podría recibir tales frecuencias y así poder sumergirse en la esencia misma de dicha persona. Imaginen las posibilidades infinitas de tal descubrimiento y sus implicancias a nivel mundial. Podríamos comunicarnos con otras personas simplemente haciendo sincronización con sus frecuencias mentales, las cuales son únicas e irrepetibles así como las huellas digitales. Podríamos saber

El gran río

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Aquí estoy, arrodillado frente a la madre naturaleza. Los árboles se mecen al ritmo del viento y los aromas del bosque impregnan mi alma. Los sonidos se intensifican, con el simple roce del pasto en mis pies o del agua golpeando las piedras en la orilla del gran río, cuyo cauce marca una frontera invisible entre dos clanes ancestrales en lucha por siglos. Nadie sabe cómo empezó la guerra y mucho menos como terminara. Pero miles han desaparecido de esta tierra, en este río sagrado y sus almas fueron llevadas por el gran espíritu a su gran morada. Los Wasahi llaman a esta guerra, Cashiqui, que significa castigo. Creen que cuando el mundo fue creado por el gran espíritu padre, sus hijos lo traicionaron. Celosos, tomaron la forma de un antílope y un lobo y descendieron a la tierra para ver que tenia de especial lo que su padre había creado. Cuando llegaron no pudieron evitar sentirse confundidos e invadidos por sentimientos extraños. El lobo no resistió y comenzó a matar a cada

Ella

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Esta es mi historia, la de un hombre que lo tenía todo, dinero, poder, respeto, una hermosa esposa, dos pequeños niños y todo lo que cualquier persona  pudiera soñar. Sin embargo todo cambio aquella noche de Noviembre cuando supe que ella había fallecido. Una simple llamada, una simple carta, una simple palabra puede cambiar una vida, solía escuchar decir a las personas, y jamás lo creía. Hasta esa noche, donde comprendí lo que esa frase significaba. Como siempre llegaba a casa después de las ocho, entraba el auto al garaje, saludaba a mi esposa y a mis hijos agradeciendo a la vida por tenerlos, pero esta noche fue diferente. Mientras me preparaba para cenar un sonido anunciaría el principio de mi fin. Mi celular comenzó a sonar una y otra vez. Yo no quería responder porque estaba cansado, seguramente era alguno de mis colaboradores que estaba haciendo horas extra en la oficina y quería preguntarme algo. El teléfono sonó varias veces más hasta que decidí contestar. En ese inst